1.
Introducción
En
esta ocasión veremos que las células eucariontes se pueden dividir en dos
grandes clases: vegetales y animales. Estos dos tipos celulares comparten el
plan de organización general de las células eucariontes. Sin embargo, también
presentan diferencias que están directamente relacionadas con los roles que
cumplen en la naturaleza. Por ejemplo, las células vegetales son autótrofas, o
sea, capaces de fabricar su propia materia orgánica, es decir, su alimento,
mientras que las células animales son heterótrofas, incapaces de fabricar su
propio alimento.
La célula es la unidad fundamental de los organismos vivos. Es de tamaño
microscópico: el estudio de la estructura celular exige la observación directa por
medio de un microscopio, ésta aumenta nuestro grado de visibilidad miles de
veces. Una célula, reúne todos los atributos con que cuentan los seres vivos:
constituye un sistema complejo, muy organizado, dinámico y autodirigido de
moléculas y agregados moleculares, los cuales toman y emplean energía del medio
que los rodea, para utilizarla en fenómenos de crecimiento y reproducción.
La célula y sus componentes son entidades tridimensionales cuya
longitud, anchura y profundidad es posible medir. Numerosos microorganismos
como las bacterias, algunas algas y hongos están conformados por una sola
célula y reciben el nombre de unicelulares. En cambio, hay otro tipo de
organismos que requieren la conjunción de muchos grupos celulares, y que
coordinan entre sí todas sus actividades: a estos damos el nombre de
pluricelulares. Los organismos pluricelulares forman entidades coordinadas de
muchas células con estructuras y funciones especializadas, que han evolucionado
a partir de los organismos unicelulares. Toda célula está en elementos básicos:
membrana, citoplasma y núcleo.
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